En el verano del 2010, mientras agentes estadounidenses investigaban acusaciones de que una poderosa mafia de la droga había inyectado dinero en la política mexicana, los investigadores apuntaron directamente al hombre que ahora es el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador.
Según documentos confidenciales obtenidos por ProPublica, la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) arriesgó a sabiendas causar un furor político al intentar penetrar la organización de la campaña de López Obrador antes de que los mexicanos pudieran elegir un gobierno que podría estar en deuda con los traficantes.