Ah, la adrenalina del Poder. Es como con la paga: no importa cuánto tengan, siempre quieren más. Embriaga y crea adicción. Claro, luego viene la resaca… cuando llega.
En el largo y complicado viaje del gobernante, cualquiera que sea, lo que importa es el destino. Y, contra lo que se pueda pensar, el destino no es llegar a algún sitio. No, el destino es pasar a la historia como el brillante e histórico conductor que es el Supremo.