A pesar de que en la primera mitad del sexenio Andrés Manuel López Obrador mostró voluntad y hubo avances en la investigación de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, cuando se señaló el papel del Ejército, la promesa de justicia comenzó a desvanecerse.
Es domingo 1 de septiembre de 2024, final del sexenio. Andrés Manuel López Obrador, de traje azul marino, camisa blanca, y corbata con tonos guindas, está arriba de un templete rodeado de banderas patrias y rindiendo su último informe de gobierno con el sol cayéndole a plomo sobre el zócalo capitalino.
A su espalda está la fachada del inmenso Palacio Nacional, la que ha sido su residencia en estos seis años de mandato. Abajo, a unos pocos metros del templete, dos líneas de autoridades civiles y de las fuerzas armadas lo escoltan. Y a otros pocos metros, detrás de unas vallas, miles de personas le lanzan vivas.