AUTOR: JESUSA CERVANTES (ANÁLISIS)
Al pobre de Amado Yáñez, empresario en bancarrota en el 2000 y, para el 2003, proveedor favorito de Pemex, la infalible Procuraduría General de la República (PGR), con su “hombre de hierro”, Jesús Murillo Karam, lo mantuvo bajo custodia en su incómoda casa de Acapulco.
Durante esos días, el “hombre de hierro”, el inquebrantable y astuto procurador “logró” sustentar las pruebas que llevarían a un juez a otorgarle la orden de aprehensión. El intelecto de Murillo Karam escudriñó, a lo largo de 40 noches, diversas causas penales y posibles delitos a imputar.