AUTOR: ÁLVARO DELGADO (ANÁLISIS)
MEXICO, D.F. (pro).- Nada ni nadie evitará que el gobernador panista Rafael Moreno Valle lleve en el rostro, para siempre, el sello indeleble del homicida.
Ni la derogación de la Ley Bala, que da permiso para matar.
Ni la destitución de funcionarios.
Ni su propia renuncia.
Ni su fracaso –o éxito– como aspirante presidencial.
La perpetua reputación criminal del gobernador de Puebla tiene un agravante: La víctima es un niño de 13 años de edad.
Y el abuso de poder está acreditado: El homicidio se cometió durante una manifestación legítima, en respuesta a una ley lesiva para los ciudadanos más pobres y ante la autoridad arrogante y sorda.