Diez años de guerra | Felipe Calderón Hinojosa creó un discurso del miedo que se ha vuelto perverso, dice Martín Gabriel Barrón Cruz, historiador e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales. Esa perversión, agrega, despliega la lógica de que el Estado brinda seguridad y que, por tanto, puede hacer lo que quiera con criminales, supuestos criminales y ciudadanos inocentes, lo cual ha dado paso a la peor crisis de violaciones de derechos humanos en la historia del país. Para Barrón Cruz, la lógica de ese discurso de los gobernantes es altamente represiva, al tiempo que la estrategia contra la inseguridad no da resultados.
La participación de las Fuerzas Armadas mexicanas en tareas de seguridad pública no inició en el sexenio del ex Presidente panista Felipe Calderón Hinojosa, explica el historiador e investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), Martín Gabriel Barrón Cruz.
Desde 1996, y a petición del entonces Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) generó las tesis jurisprudenciales que permitieron la paulatina militarización de las tareas de seguridad pública.
“Por tanto, en los últimos 20 años, lo que hemos visto son altibajos en toda esta presencia militar”, dice Barrón Cruz en entrevista con SinEmbargo.
“En la administración de Vicente Fox (2000–2006), lo que vimos fue que la presencia militar se fue posicionando; es decir, secretarios, funcionarios, la propia llegada del general [Rafael] Macedo de la Concha a la Procuraduría General de la República (PGR); esto fue lo que de alguna manera consolidó lo que pasaba años atrás”, agrega.
En diciembre de 2006, sin embargo, y aun cuando se había promovido como “el Presidente del empleo”, Calderón Hinojosa convierte la “lucha contra el narcotráfico” en el eje de su Gobierno, desplegando operativos militares en diferentes regiones del país.
La decisión, en opinión de Barrón Cruz, es consecuencia de la falta de “legitimidad en las urnas” con la que el panista llegó a la Presidencia, con apenas un 20 por ciento del total de votos del padrón electoral.
“La solución fue elegir un tema principal para la agenda política: la seguridad pública”, dice Barrón en su libro “Gobernar con el Miedo. La lucha contra el narcotráfico”, publicado en 2015 por el Inacipe.
“Calderón recurre de manera reiterada al discurso de la inseguridad que genera la delincuencia organizada, en su vertiente de narcotráfico, ya que con ello espera restaurar el monopolio ‘perdido sobre las oportunidades de redención (y) necesita un refuerzo artificial, o al menos una extrema dramatización (tal y como queda de manifiesto en sus discursos) para inspirar un volumen suficiente de miedos a la vez que supera, eclipsa y relega a una posición secundaria la inseguridad generada por la economía”, agrega.
Historiador y criminólogo, Barrón Cruz plantea que el homicidio en México mostraba una tendencia descendente hasta 2007, de 35 mil 341 homicidios en 1997 a 25 mil 133 diez años después. A partir de 2008, sin embargo, despunta para cerrar ese sexenio con más de 121 mil víctimas, provocando “una espiral cada vez mayor de violencia”.
En la entrevista, Barrón Cruz plantea que, si bien la militarización ha sido una constante en las últimas dos décadas, el Gobierno mexicano ha mostrado no contar con una estrategia de seguridad pública transexenal. Una muestra, dice, es la creación de la Secretaría de Seguridad Pública en el Gobierno del panista Vicente Fox y su desaparición dos sexenios después, con el priísta Enrique Peña Nieto. Otra, agrega, es el anuncio de la creación de la Gendarmería Nacional que terminó convertida en una división más de la Policía Federal.
“Esto nos está hablando de que los proyectos ni aún van, ni aún vienen y ya están fracasando”, dice.
“Tan es así que, en 2014, se sacan el famoso decálogo con 10 propuestas para reformar la Constitución, para poder hacer una nueva estrategia de seguridad, y resulta que esos 10 puntos no están ni en el Programa Nacional de Seguridad ni en el Programa Nacional de Desarrollo. Entonces, es una improvisación, porque estamos fracasando”, agrega.
Y mientras en el contexto internacional persista además el enfoque prohibicionista norteamericano, menciona, las consecuencias de la llamada “la guerra contra las drogas” seguirán como hasta ahora en México.
“Mientras también Naciones Unidas siga estando bajo el dominio, el control de los Estados Unidos, de Rusia y los países que forman el Consejo de Seguridad, esto va a seguir igual, porque la razón es seguir teniendo un mercado, teniendo esta cantidad de drogas”, dice.
“Incluso los informes mundiales de drogas que emiten las Naciones Unidas, de 2007 a la fecha nos dicen que la producción de drogas está estable; es decir, que por más que se combate, la producción sigue siendo la misma y los precios, con los altibajos normales de la economía, siguen estables. Es decir, que está normalizado el mercado. Entonces, ¿por qué seguir insistiendo en que gente muera, tanto de las autoridades como da la parte delincuencial, si el mercado está estable?”, cuestiona.
–El país se transformó en estos 10 años. En términos criminales, que una sociedad se haya acostumbrado a ver estos crímenes, decapitaciones, personas colgadas en los puentes ¿qué efectos tiene?
–Yo generalmente uso seis apreciaciones. Hemos visto un incremento en la delincuencia, nuevas formas de delincuencia, de la ejecución, los medios se han encargado de resaltar estos hechos y, la última, nos dice que pareciera que hay una protección al delincuente. Esto que acabo de decir es 1928, de un análisis en la Ciudad de México. Pareciera que el escenario que vivimos hoy es el de 1928, porque lo que ha pasado en el país es que no ha habido una política criminal; es decir, que cada seis años se inventa una nueva política de seguridad, y no hay una política homogénea en seguridad pública. No hay una política transexenal. Por eso tenemos escaladas, momentos, ciclos de mayor violencia o menor violencia. Entonces, este es el gran problema político del país: no hay estrategia transexenal de seguridad. Porque, si se revisa, por ejemplo, la lógica de Ernesto Zedillo: crea la Policía Federal Preventiva, el Sistema Nacional de Seguridad Pública; se crean organismos para darle vigencia a este Sistema Nacional de Seguridad Pública. Fox crea la Secretaría de Seguridad Pública, implementa los primeros operativos, Ciudad Juárez, Michoacán Seguro, etcétera y, luego, con Calderón tenemos el nuevo modelo de la Policía Federal, desaparecemos algunas áreas y creamos otras, y se invierte cualquier cantidad de dinero. Originalmente, Calderón sólo recibió seis mil efectivos de Policía Federal, y al término del sexenio hay más de 35 mil. Entonces, imagina el crecimiento en el presupuesto para salarios, equipo, infraestructura para esa policía. Y luego resulta que, en la presente administración, desaparece la Secretaría de Seguridad Pública y la transformamos en Comisión Nacional de Seguridad. Entonces, esto me habla de que no hay una estrategia de seguridad. Si le sumas a esto, que se quería crear la Gendarmería y luego quedó como una división de la Policía Federal, pues esto nos está hablando que los proyectos ni aún van, ni aún vienen y ya están fracasando. Tan es así que, en 2014, se sacan el famoso decálogo con 10 propuestas para reformar la Constitución, para poder hacer una nueva estrategia de seguridad, y resulta que esos 10 puntos no están ni en el Programa Nacional de Seguridad ni en el Programa Nacional de Desarrollo. Entonces, es una improvisación, porque estamos fracasando.
–¿Ni aun la militarización podría ser considerada una política transexenal?
–Lo que tenemos son estas subidas y bajadas. Si lo viéramos en un momento histórico más largo, hasta la primera campaña antidrogas, de la operación Cóndor, es una campaña, pero contra la guerrilla. Paulatinamente, de la administración de [José] López Portillo a la de [Carlos] Salinas de Gortari, por ejemplo, estos tres Presidentes de alguna manera capotearon la situación de la militarización. Pero ya le toca a Ernesto Zedillo, y ahí hay un cambio, a partir de 1994, 1996 se da una presencia; Fox mete al general Macedo, pero no hay tanta injerencia en los temas, cosa que sí acontece con Calderón. Y ahorita lo que vemos es que están dándole cada vez más fuerza a las Fuerzas Armadas. Ahora, esto es interesante porque, viendo la evolución del Ejército, me recuerda siempre a un sociólogo estadounidense, Morris Janowitz, que en 1963 publicó un libro que se llama ‘El soldado profesional’. En el epílogo, dice que las Fuerzas Armadas de un país que constantemente se están preparando para la guerra, pero que jamás entran en combate, tienen el enorme riesgo de convertirse en fuerzas policiales. Y es exactamente lo que sucede en este país: nuestro Ejército se ha preparado a lo largo de su historia para entrar en conflicto pero no ha tenido conflicto, ni aun el de Chiapas, y esta famosa lucha a final de cuentas, que no es de los militares, sino que se les ha dado por una modificación en la Ley Orgánica la cuestión de seguridad interior.
¿Por qué se les dio? Porque en nuestro país, de acuerdo a la Constitución, debe existir otra institución que no existe: la Guardia Nacional.
–Si revisamos la Constitución, encontramos que existe la figura de una Guardia Nacional, que es la responsable de la seguridad interior; pero, como no existe, las atribuciones de la Guardia Nacional se las dimos al Ejército, modificamos la ley orgánica y les dimos estas funciones, pero si revisamos incluso las leyes orgánicas de hace años, hace más de 30 años, vamos a encontrar que no dice ‘seguridad interior’. Entonces, ahí hay un problema: les hemos ido dado atribuciones cuando la estructura de la Constitución no lo permite, pero sí en las leyes secundarias. Y viene el otro problema: un militar está capacitado para la guerra, no para detener ciudadanos. Entonces la formación y el adiestramiento militar es otro. Esto no se toca, pero hay una usurpación de funciones por parte de la Fuerzas Armadas.
–¿Fueron pasos atrás, porque se vieron hechos como en la Guerra Sucia, allanamientos, detenciones ilegales..?
–Eso fue lo que pasó, y por eso las violaciones a derechos humanos se multiplicaron y, si vemos, la multiplicación es a partir de 1996. Pero tenemos un problema en el país, por parte de las autoridades: en la no estrategia de la lucha al narcotráfico, lo que no han entendido en el Gobierno federal es que hay que diferenciar los escenarios. Por ejemplo, en los homicidios, hay cuatro: delincuentes contra delincuentes; es decir, delincuentes que se matan entre sí, por lo que quieran. Luego, un segundo escenario, que es de delincuentes contra autoridades; digamos, se matan autoridades porque están coludidas con el grupo rival cuando se llega a ocupar una plaza, por hacer o no hacer, puede haber auitoridades cumpliendo con su trabajo. Pero luego tenemos otro escenario, de este segundo, que es un subescenario, en el que las autoridades también están matando a delincuentes, y ahí tenemos el caso Tanhuato, Tlatlaya, tenemos otros. Yo lo decía desde 2011, pero que ya viendo algunos eventos ese año, ¿cuántos están ocultos en las Fuerzas Armadas como ejecuciones en las propias organizaciones delictivas? Entonces, tenemos también el aforismo que se usó el sexenio pasado de que los ciudadanos éramos victimas colaterales. No, ‘espérame: yo no tengo nada que ver, me quedé en medio de una balacera’; de delincuentes contra delincuentes o la autoridad me mató simplemente porque no cumplí con la orden, y hay casos. Tenemos el otro escenario, que sería delincuentes contra la sociedad, donde tenemos, por ejemplo, el evento de Michoacán, los granadazos de 2008, donde estallan las granadas, y por parte de toda la impunidad que hay en el país, de ese caso en particular, se juzgó a dos personas. El año pasado fueron exoneradas. Entonces, ¿qué pasó entonces con el hecho? ¿Por qué las dos personas acusadas ya están exoneradas? Entonces, ¿ese caso quedó impune? ¿Qué hace la autoridad? ¿Cuánto investiga? Porque, si no, pasará lo que sacó Calderón, cuando lo de (Villas de) Salvárcar, en Juárez, cuando dice que (las víctimas de una masacre) son pandilleros y se demostró que no eran…
–¿Qué papel tiene la impunidad en este discurso de que los que mueren son criminales?
–El problema es que el Estado se está cubriendo a sí mismo. Por ejemplo, de los resultados de la administración pasada nos dijeron que, más o menos, el número de personas detenidas en toda la estrategia nacional, se detuvo más de 185 mil personas. De éstos 185 mil, en el informe de la Policía Federal el sexenio pasado, dice que la Policía Federal logró detener a 75 mil personas de esas 185 mil, parece muchísimo. Pero la siguiente pregunta que formulo es: de esos 75 mil, ¿en cuántos lograste probar vínculos con la delincuencia organizada? El total fueron 2 mil 552; es decir, sigue siendo nada. Que el trabajo de la Policía Federal para probar efectivamente relaciones con la delincuencia organizada en el sexenio pasado es un total y absoluto fracaso, porque, en seis años, probar sólo 2 mil 552 casos, y eso, cuidado, hay que esperar cuántos de esos fueron sentenciados, que puede ser todavía infinitamente menor. Entonces, esa es la forma de demostrar con las propias estadísticas oficiales el fracaso de las estrategias de seguridad pública del Gobierno anterior.
–¿No será protección?
–Para mí es un discurso de decir: ‘estoy haciendo, pero no hago’. Es decir, cumplimos pero no obedecemos. Es una lógica muy perversa, porque lo que vemos, y es un poco lo que sostengo en lo que he escrito, ha sido que en el sexenio pasado lo que se generó fue un gobernar con el miedo. Es decir, un discurso de ‘tú quieres seguridad, okey, te voy a poner más policías, más seguridad, pero no te quejes. Si violo derechos humanos es porque lo pediste, porque yo estoy cumpliendo con mi función’. Entonces, este discurso se vuelve un discurso muy perverso porque, a final de cuentas, bajo la lógica de que te estoy brindando seguridad, puedo hacer lo que quiera. Entonces, ese es un discurso más complicado por parte de los gobernantes, porque entonces la lógica es altamente represiva. Creo que eso acontece en el país: que ha venido cada vez más, sobre todo en el sexenio pasado, ha venido esta lógica.
–¿Cuál es el papel de Estados Unidos, que mantiene la decisión hemisférica las drogas en todo el hemisferio?
–El Gobierno de Estados Unidos tiene mucha responsabilidad. ¿Por qué? Porque Estados Unidos pone el dinero y pone las armas, y México pone la droga y pone los muertos. Así de crudo. Estados Unidos, mientras no cambie su política antidrogas, esto no va a mejorar en México. Curiosamente, si vemos hace años, el famoso M7, que eran los siete estados que tenían permitido el consumo de mariguana para fines médicos. Estos siete estados lograron ganar terreno y hoy son más de 15. Pero Estados Unidos, si lo vemos, nunca hemos visto detenciones de capos estadounidenses. Todos los capos y todos los malos son mexicanos. Este discurso tan trillado me hace pensar que, obviamente, toda la economía que genera el narcotráfico mexicano, no sólo para la economía nacional, que ahí la Cámara de Diputados hace años publicó un estudio donde dice que casi el cuatro por ciento del Producto Interno Bruto es por lavado de dinero, cuando invertimos sólo el 1.5 en educación. Eso es para darnos una idea. Entonces, si eso acontece en México, ¿qué no acontecerá en Estados Unidos? O sea, la economía, parte de la economía mexicana y estadounidense se debe estar basando una parte en el lavado de dinero. ¿Por qué? Porque tienen más de 25 millones de adictos a los cuales hay que surtirle droga, y esta cifra año tras año se va incrementando. Entonces, las estrategias antidrogas de Estados Unidos son muy modestas. Por ejemplo, las distintas estrategias dicen ‘la proyección es bajar el número de adictos a un millón’. Si están pensando en disminuir un millón, pero por otro lado se crece un millón y medio, pues tu estrategia no está dando resultados. Entonces, hay un problema: el mercado estadounidense debe seguir teniendo droga mexicana. Entonces, esto es algo muy perverso, porque implica que las autoridades estadounidenses también están involucradas en el narcotráfico, pero los malos son los mexicanos, los colombianos, los latinos (…) Ahí esta el operativo Rápido y Furioso, que lo único que demuestra es que al cartel que más armó el Gobierno de Estados Unidos fue el cartel de Guzmá Loera.
–¿No suena esto como una decisión geopolítica, por mantener un grupo?
–Parte de la no estrategia del Gobierno anterior, de estos diez años, es que originalmente solamente teníamos siete grandes cárteles: el de Sinaloa, los Arellano, el Golfo, Juárez y otros. Pero, con la lucha al narcotráfico, al final del sexenio se generaron 89 subgrupos, de siete se subdividieron en 89, y hoy hay 130. Entonces ¿contra quién combato? ¿A quién? Anteriormente, en la lógica de los tres cárteles, que les llamo de alguna manera ‘cárteles hermanos’, Juárez, Sinaloa y los Arellano, son familia extendida, ahí estaban subsumidos el cártel de los Beltrán Leyva y otros grupos que se fueron escindiendo; pero, al final de cuentas, la forma y la estructura de esto es un trabajo en familia, hijos, tíos, primos, etcétera, son los que conforman el cártel. Cosa muy distinta a lo que es el Cártel del Golfo, porque ellos tenían otra lógica, y más aún cuando aparecieron los Zetas y esto también provoca la división, y ¿cuándo se da la división del cártel del Golfo y los Zetas? Cuando, precisamente, en un error estratégico del Gobierno pasado mandan a Osiel Cárdenas a los Estados Unidos. El jefe puede estar en prisión, pero en el momento en que lo extraditan pierde el poder y el control y empieza la lucha interna en el propio grupo…
–Después de casi 30 años del asesinato del agente antidrogas norteamericano, Enrique Camarena, y de la detención Rafael Caro Quintero, que generó la división de estos que llama ‘cárteles hermanos’, él está libre, ¿qué opina?
–Caro Quintero, a final de cuentas, sabes que en esto hay mucha suspicacia, de alguna u otra manera se decía que iba a aplacar lo que estaba sucediendo, pero a final de cuentas, el hecho de estar en prisión por bastantes años, va perdiendo cierta forma de cómo estaban operando. A mí lo que me deja claro es que, precisamente, los ex agentes de la DEA (Agencia Antidrogas de Estados Unidos, por sus siglas en inglés) o agentes de la DEA necesariamente están implicados con el narcotráfico en México. Tu ve cómo detuvieron a Joaquín Guzmán Loera y, obviamente, siempre va a salir la relación con los agentes de la DEA. El otro caso que poco se habla y muestra algunas cosas, es la detención del hijo de (Ismael) ‘Mayo’ Zambada, Vicente Zambada Niebla, curiosamente es extraditado a Estados Unidos después de seis meses; nunca fue procesado en México. Lo extraditan y el muchacho es enviado a la Corte de Chicago. Dentro de las primeras declaraciones que hay es que dice que hay un acuerdo entre su papá con la DEA, es lo primero que dice. El juez, obviamente, desestima lo que dice, pero ese es su argumento: que hay un acuerdo entre la DEA con su papá, y ahora es su testigo protegido de los Estados Unidos. O sea, esa figura del testigo protegido en los Estados Unidos es ‘dame información para yo seguir controlando, manejando’ y, supuestamente, detener.
–Todo parece una simulación: la droga sigue, no sabemos quién protege a quién… ¿Es esto una decisión geopolítica de Estados Unidos?
–Desde el punto de vista geopolítico, Estados Unidos sigue manejando el control de las drogas, porque esto es un mercado, esto es una economía. Y recordemos que la economía del mercado geopolítica de Estados Unidos es la economía de la guerra, en sus distintos tipos y vertientes; es decir, Irak, Afganistán, no importa la teoría conspiratoria de que ellos mismos tiraron las Torres Gemelas, no importa; es guerra y esa es la única manera de sacar la economía de Estados Unidos del letargo. Por eso dije: Estados Unidos pone las armas y pone el dinero, esa es la lógica. Ahora, desde un punto de vista de la guerra contra las drogas, se ha demostrado que es un total y absoluto fracaso. Y lo más paradigmático de esto es que quienes han firmado los acuerdos para decir que es un fracaso han sido los ex Presidentes, entre ellos Ernesto Zedillo, aquel que nos metió en todo esto; Vicente Fox también dice que es un fracaso. ¿Por qué? Porque a final de cuentas esto es parte de una geopolítica. Mi pregunta es: si estuviste en el cargo máximo, ¿por qué no hiciste nada para abatir lo otro? Y eso es parte de la geopolítica de Estados Unidos: o haces lo que yo digo o no te apoyo.
–Es decir, esto nos demuestra que mientras estaban sujetos al poder político de Estados Unidos….
–No había manera. Por eso, todas las estrategias que haga el Gobierno mexicano tienen que pasar por una parte del Gobierno de Estados Unidos.
–Finalmente, estando así la dependencia de EU, ¿observa en el futuro que pueda cambiar este enfoque de la prohibición?
–No. Esta lucha, en realidad y, curiosamente, en el último discurso que hizo Calderón ante Naciones Unidas, Calderón manifestaba y le echaba casi casi la culpa a Naciones Unidas, y a la vez le pedía que tenía que cambiar la política. Es quizá el único discurso coherente que escuché contra las drogas por parte de Calderón, al final de su administración. Pero la verdad es que, mientras también Naciones Unidas siga estando bajo el dominio, el control de los Estados Unidos, de Rusia y los países que forman el Consejo de Seguridad, esto va a seguir igual, porque la razón es seguir teniendo un mercado, teniendo esta cantidad de drogas, y puedes ver incluso los informes mundiales de drogas que emiten las Naciones Unidas, de 2007 a la fecha nos dicen que la producción de drogas está estable; es decir, que por más que se combate, la producción sigue siendo la misma y los precios, con los altibajos normales de la economía, siguen estables. Es decir, que está normalizado el mercado. Entonces, ¿por qué seguir insistiendo en que gente muera, tanto de las autoridades como da la parte delincuencial, si el mercado está estable?
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: SANDRA RODRÍGUEZ NIETO.
LINK: http://www.sinembargo.mx/05-12-2016/3122507