El juez Edgar Agustín Rodríguez Beiza desestimó una denuncia por violación, interpuesta por Michelle, residente de ortopedia, porque —según concluyó el juzgador— el presunto agresor fungía como su profesor adjunto pero no era su jefe directo, porque había intercambiado mensajes “joviales” con él, porque no recurrió al código de emergencia que había acordado con una de sus amigas y porque denunció meses después.
Al juzgador, esos elementos le parecieron suficientes para concluir que no había indicios de un ambiente de coacción sistemática hacia la víctima. Además, la acusó de contradecirse basado únicamente en la palabra de una empleada que no la vio llorar, pero que no presenció de manera directa el hecho.